SEMINARIO INTERNACIONAL
AGUA, BIODIVERSIDAD Y CAMBIO CLIMÁTICO
Agua, vida en territorios andinos amazónicos
CONVERSATORIO
PROCESOS COLONIALES EN LA RELACIÓN CON EL AGUA Y EL TERRITORIO
Fecha: 17 de diciembre de 2020.
Panelistas:
- Yovana Mamani. Derechos Humanos Sin Fronteras (DHSF). Cusco, Perú.
- Francisco Peña. Programa Agua y Sociedad. Ciudad de México, México.
- Andrés Alencastre. Agua-C. Lima, Perú.
- Antonio Ortega Santos. Universidad de Granada. Granada, España.
Moderador: Gerardo Damonte. Pontificia Universidad Católica del Perú (Pucp). Lima, Perú.
Yovana Mamani es ingeniera química. Ella es aimara y forma parte de la organización Derechos Humanos Sin Fronteras, Cusco, Perú. En su labor acompaña a diversas organizaciones sociales en temas ambientales y de agua.
Francisco Peña es antropólogo. Forma parte del programa Agua y Sociedad del Colegio de San Luis (Colsan), Ciudad de México. Actualmente dirige una investigación sobre justicia hídrica y transvases.
Andrés Alencastre es economista. Actualmente es profesor de la Universidad Nacional Agraria de La Molina (Unalm) y coordinador de la Asociación Civil para la Gestión del Agua en Cuencas (Agua-C), dedicada a la gestión social del agua y la gobernanza en territorios con una perspectiva de cuenca.
Antonio Ortega Santos es investigador de la South Training Action Network of Decoloniality (Stand) de la Universidad de Granada, España. Forma parte de la Red Universitaria Española de Historia Ambiental y de la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental.
Gerardo Damonte es profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Pucp) y coordinador del Programa de Posgrado en Desarrollo Sostenible y Desigualdades Sociales en la Región Andina (trAndeS), de la Pucp, Lima, Perú.
PRIMER BLOQUE
PRESENTACIÓN
Carlos Herz Sáenz
Director del Centro Bartolomé de Las Casas
Estamos realizando eventos acumulativos para ir recibiendo previamente los aportes que se darán en relación con el agua y el territorio, para llegar al final a un seminario. Se trata de visibilizar los procesos, mecanismos e instrumentos que contribuyen a la gobernanza territorial a partir de la gestión comunitaria y sostenible del agua, y la restauración de los ecosistemas y la biodiversidad en un contexto de cambio climático.
Los panelistas representan a las instituciones que son parte del comité organizador del Seminario Internacional de Agua, Biodiversidad y Cambio Climático, conformado por el Colegio de San Luis (México), Derechos Humanos Sin Fronteras (Perú), Agua-C (Perú), trAndeS-Pucp (Perú), Stand Universidad de Granada (España), la Junta de Usuarios del Agua Jushmap (Abancay, Perú) y el Centro Bartolomé de Las Casas (Perú).
INTRODUCCIÓN
Gerardo Damonte
Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP)
En este evento se hablará del nexo entre la herencia colonial y la nueva colonialidad en relación con el agua y el territorio, como elementos sustanciales e inseparables entre sí, tema de gran importancia en América Latina. Asimismo, se abordará las asimetrías de poder y el colonialismo moderno, expresados en los componentes agua y territorio en un contexto de cambio climático.
PRIMERA EXPOSICIÓN
Yovana Mamani
Derechos Humanos Sin Fronteras (DHSF). Cusco, Perú.
El tema es enfocado desde una visión como mujer andina, miembro del pueblo indígena aimara y promotora de derechos humanos y procesos de gestión comunitaria del agua en el corredor andino. Los pueblos de América Latina han sido violentados sistemáticamente, así como nuestros territorios y nuestros cuerpos, bajo la lógica del desarrollo extractivista, neoliberal y patriarcal que se ha impuesto.
Esto es presentado como la única forma de salir de la pobreza y lograr el desarrollo de los pueblos. El colonialismo se acentúa con la llegada de los españoles en 1492, consolidándose como el modelo de civilización occidental, superior en desarrollo ante otras culturas a nivel racial, religioso, científico y cultural, estigmatizándolas frente a la resistencia de los pueblos originarios. Pretende tener el saber y el conocimiento desde una perspectiva de hombre blanco, heterosexual, cristiano, con privilegios de raza y clase, que ejerce violencia hacia las poblaciones indígenas. La colonialidad y los rezagos que quedan en la modernidad occidental capitalista suponen una superioridad racional frente a las otras culturas y sus características económicas, políticas y epistémicas.
Las miradas al corredor minero sur andino se expresan a partir de los pueblos indígenas originarios, el Estado y las actividades económicas extractivas. El agua y el territorio son un todo para nuestros ancestros, en ellos se integran las formas de vida, las costumbres y la naturaleza. El ser humano es parte de esta cosmovisión, con respeto y veneración a la tierra, el aire, el fuego y a los apus tutelares; esta comunicación permanece en las culturas andinas y en la actualidad seguimos desarrollando estas prácticas ancestrales, conservándose en el quehacer cotidiano del campesino.
Entender el comportamiento del cosmos relacionado con la actividad agropecuaria de los Andes es un aprendizaje permanente. Se considera a la coca como una hoja sagrada y la tierra está relacionada al cuerpo de una mujer donde la sangre es el agua que fluye en sus venas, nos da de comer y da vida.
Los pueblos originarios han sabido entender el agua y consideran al territorio como un todo; de ahí la preocupación de por qué el agua es concebida como una mercancía, al punto de estar cotizando en los mercados de Wall Street. El agua no es considerada un derecho y las actividades económicas no tienen restricciones aun cuando estén ubicadas en cabeceras de cuenca, no se respeta las formas de vida actual, todo esto es producto del colonialismo impuesto. También el territorio es visto como una mercancía y se asume que es un recurso que tiene que ser explotado; no se ve cuáles son los límites de esta concepción y el aparato estatal no diferencia esta lógica, distinta a la de los campesinos. Nos venden esta utopía de desarrollo consumista, distinta al buen vivir de las culturas originarias.
En el corredor minero del sector surandino se da una imposición para el despojo, dominación, acumulación y control del territorio por parte de las empresas mineras, que utilizan su poder e influencia en los gobiernos de turno para imponer megaproyectos, sin pensar en las comunidades campesinas y la población. Existe una agudización de las afectaciones ambientales, llevando a conflictos sociales y éstos, a su vez, a la criminalización de la protesta y la represión de líderes campesinos, y a menudo incluso a una militarización de la zona.
Hay una permanente estigmatización de los líderes campesinos defensores del territorio y de los derechos humanos, así como de las instituciones que trabajan por la defensa de los territorios. En esta disputa por la tierra, en el sur andino no existe información respecto al número de concesiones mineras superpuestas al territorio de las comunidades, sin que éstas se hayan enterado siquiera de ello en muchos casos. La captura del poder por parte de estos sectores les ha permitido dar normas que faciliten la actividad extractiva, como los paquetazos ambientales, y un retroceso en materia ambiental y de ordenamiento territorial.
La expansión y ampliación minera mediante la compra forzada de terrenos, ha producido un empobrecimiento de la tierra y ha generado un sentido comunitario frente al mercantilismo que transforma el paisaje de estos territorios. Las autoridades no enfrentan el problema, sino más bien facilitan el despojo y la acumulación a través de la promulgación de leyes a favor de las empresas. Los proyectos priorizados con el fondo del canon son aportes económicos que no solucionan los problemas y tampoco generan procesos de desarrollo sostenible.
El uso principal del agua por las comunidades campesinas es el agrario y ganadero. En los últimos años ha sido sobrepuesto por el uso minero del agua por parte de las empresas extractivas, deteriorando la calidad ambiental y del agua; los ríos están contaminados por sobre los índices máximos permisibles, y se ha agudizado la escasez del agua. A esto se suma las facilidades en cuanto a normativas y autorizaciones que las entidades públicas otorgan a las empresas, pero no a las comunidades campesinas; no se trata de dar sólo una cantidad de agua sino, por ejemplo, de regular el flujo en época de estiaje. También están los vertimientos mineros y la contaminación por metales pesados por parte de empresas que tienen privilegios porque no son fiscalizadas ni supervisadas adecuadamente por la Autoridad Nacional del Agua (Ana); en vez de ser una entidad que soluciona, más bien genera problemas de agua en los territorios. Estas afectaciones en sí son disputas por la vida. En este escenario se evidencia una colonialidad que impone sus modelos, mostrando las asimetrías de poder existentes.
SEGUNDA EXPOSICIÓN
Francisco Peña
Colegio de San Luis (COLSAN), México
El cambio climático se ha convertido casi en una categoría de entendimiento y un código de gestión, que es parte de las representaciones colectivas inconscientes que son orientadoras de los valores y reguladoras de la vida social, y que terminan siendo estructurantes de la cultura.
Es un concepto impuesto que no muestra los procesos históricos que están detrás, y tampoco la economía política ni las escalas de asimetrías de poder que son parte de su proceso de transformación. Sus significados y orientaciones son claves en la reproducción social, aunque finalmente resultan no ser tan claros, como sucede con el ciclo natural del agua. Es importante esta reflexividad como perspectiva metodológica porque permite ver de qué manera están las vías de entendimiento común. En el caso del cambio climático, la discusión se ha centrado en el campo de los negacionistas, aun cuando hay otro sector que sí considera que se ha producido cambios en el clima y que la existencia del cambio climático es una afirmación cierta.
Hace poco el secretario general de la Onu llamó a declarar un estado de emergencia climática, sin embargo, todo esto elude abordar el cómo se ha llegado a esto, de modo que las respuestas a estos fenómenos se centran prácticamente en la disminución de gases de efecto invernadero (Gei) y el requerimiento de estrategias de captura de carbono. Aunque todos estamos en la casa común, no todos hemos tenido el timón y, por tanto, no todos tenemos responsabilidad semejante. Existe un proceso de colonialidad que separa a la naturaleza, a la que se le arranca riqueza, desplazando a poblaciones indígenas de los territorios a través, por ejemplo, de la extracción forestal, lo que ha hecho que ahora existan pequeños relictos con regulación como espacios exclusión y de conservación denominados áreas de conservación regional (ACR).
Estos procesos visibilizan el colonialismo interno que se vive, que ya cumple quinientos años desde la llegada de los conquistadores con Hernán Cortés al centro de México, y doscientos años de independencia, como fue la desecación absoluta del sistema de lagos y lo que quedaba se destina a la construcción de un aeropuerto internacional en la ciudad. El cambio climático, sin considerar los procesos de colonialismo interno que ha destruido grandes patrimonios territoriales y excluido a sus pueblos, con despojo y afectaciones al territorio, es una definición y un tratamiento limitado e incompleto.
Lo importante y urgente son los esfuerzos para mitigar y adaptarse al cambio climático a nivel nacional y regional. Se les llama desastres con causas naturales, pero tienen que ver con sistemas de creación humana; uno de ellos son las hidroeléctricas, presentadas como energías limpias, no generadoras de Gei, pero que terminan con las poblaciones con inundaciones. No se trata, entonces, solo de proponer energías limpias en abstracto sino de identificar cuál es el alcance y escala de éstas.
Es importante una discusión nueva sobre el cambio climático, con rigor territorial y local. En ese sentido, entre otros temas, se debe discutir el rol y la magnitud de la cooperación internacional, y analizar las soluciones con un enfoque territorial. Algunos países, como Brasil y Estados Unidos, se niegan a aportar, y grandes consorcios internacionales, como los de bebidas azucaradas, se presentan como adalides contra el cambio climático, a pesar que tienen prácticas a ras de suelo en escala territorializada y son grandes destructoras de los recursos disponibles para los pueblos.
Hay una relación entre representación y relevancia. No observamos fenómenos, observamos la escala de los fenómenos, y cambiar de escala implica cambiar de fenómeno. Hay una distorsión por escala, proyección y simbolización en los procesos y los patrones de regulación. Las transnacionales operan en pequeña escala y la perspectiva obliga a un supuesto de inmovilidad de la mirada, pues si el espectador cambia de lugar, la ilusión desaparece; el pintor pinta para el espectador y el científico se supone el espectador ideal, terminando por identificar al mecenas como el espectador relevante. La percepción del tiempo implica presencia, simultaneidad, larga duración y coyuntura, la falacia de contemporaneidad, la hiperespecialización del espacio y la intervención de alta velocidad.
El conocimiento científico busca constituirse en sentido común, que es indisciplinario y ametódico, pues no enseña sino persuade. La prudencia es la inseguridad asumida y controlada. La identificación del cambio climático implica su detección, registro, análisis y reconocimiento, y el desarrollo tecnológico debe traducirse en sabiduría de vida.
TERCERA EXPOSICIÓN
Andrés Alencastre
Universidad Nacional Agraria de La Molina (UNALM)
Se pretende que este seminario pueda motivar reflexiones trascendentes y una orientación esclarecedora. Una mirada histórica muestra una continuidad con distintas soluciones de poder. Después de quince mil años de historia, las sociedades andinas fueron interrumpidas por la conquista española y el proceso del colonialismo, cambiando las orientaciones de construcción del territorio en esta parte de América, bajo una matriz republicana moderna y occidental.
En Perú y otros países, sin embargo, perviven otras formas de entender la relación entre sociedad y naturaleza y que están en la matriz andino amazónica y de las minorías. A pesar que ha habido formalmente un desprendimiento del poder colonial y se asume que estamos en un país independiente, hay un ejercicio de la colonialidad como expresión específica del modelo occidental en estos países, mostrando la persistencia de las asimetrías de poder y de saber. Continúa una relación asimétrica de convivencia de los epistemes, con dos maneras de entender esta cadena de montañas, esta historia de conocimientos, y con imposición de nuevas formas de organización y reproducción material de la sociedad. Existe un permanente conflicto entre las sujeciones, diálogos, sentimientos y pensamientos que se entrelazan simultáneamente en un proceso de ebullición, y una tensión entre la dominación e imposición frente a los comportamientos de resistencia, denuncia y propuesta aún débiles.
Un entendimiento de la vida con una relación indisoluble entre sociedad y naturaleza, como lo ha tenido el episteme andino amazónico. Una forma de pensar y una relación estrecha entre el espacio y la persona constituye el pensamiento central del hombre andino amazónico; la otra es la que fue impuesta y comúnmente es denominada occidental. Nuestros ojos están educados para ver otras cosas. La realidad, las naciones que existen en el país y un Estado unitario que las representa teóricamente, gobiernos que toman decisiones con políticas públicas y elaboran normas, y una sociedad que se organiza para gobernar una realidad sumamente compleja, donde se dan procesos también complejos. Sus múltiples expresiones son un caleidoscopio, donde no se puede determinar cuál es la imagen definitiva, sino que son muchas imágenes que simultáneamente se están reproduciendo a sí mismas, con poblaciones que expresan esa densidad cultural específica, que no está para nada representada.
A lo largo de las montañas hay una densidad de grupos poblacionales que expresan estas maneras de vida. Estas epistemes están en permanente fricción, cuya tensión no se conoce como nació. Perú es un país que tiene una heterogeneidad demográfica, dispersión de sus espacios útiles, diversidad biológica, variabilidad climática, fragilidad de los ecosistemas, inestabilidad geológica, fragmentación territorial, especulación de tierras, y con una gran diversidad cultural, lingüística y étnica.
Sobre la realidad de los espacios de autogobierno reconocidos –más de diez mil comunidades indígenas, de las cuales unas cuatro mil no tienen titulación formal–, se superponen la demarcación política del Estado y los diferentes tipos de concesiones –mineras, forestales, petroleras, turísticas– sobre las comunidades locales andinas y amazónicas. Esto está generando derechos superpuestos y la justicia no reconoce la convivencia de ambos sistemas. El 49,1 % de las diferentes formas de gestión de comunidades campesinas no son visibles ni reconocidas por los poderes dominantes, y así no se puede construir la paz, pues son dos miradas que se tiene de la misma realidad pero que no se juntan.
Los núcleos de crecimiento poblacional son interdependientes de la concentración de riquezas naturales y agua, y es ahí donde existen tensiones sobre estos recursos. Se tiene una visión colonial y una miopía cultural que no permite ver la historia ni la riqueza del conocimiento ancestral. Asimismo, el sistema de gestión y de inversión pública, la educación, el sectorialismo, el reglamentarismo, la labor asistencialista y otros, hacen incidencia con una actitud de superioridad que reproduce el colonialismo de sujeción y aplastamiento sobre las comunidades, las que continúan sin sentirse representadas por el Estado.
En estas condiciones se debe ver las potencialidades y capacidades de las comunidades para construir un futuro mejor. La sociedad colonialista está encriptada en el aparato estatal y en las instituciones públicas, quienes a través de planes operativos anuales intervienen en las comunidades asumiendo su superioridad conceptual.
El asunto del poder debe ser ubicado de nuevo en los debates sobre cambio social, entendido como la malla de relaciones de dominación, explotación y conflicto, que atraviesa los diversos ámbitos de la existencia social –trabajo, intersubjetividad, autoridad colectiva, sexo y naturaleza–, a los cuales hay que anteponer otro razonamiento de convivencia. Se debe recuperar las categorías de totalidad social, historicidad y poder, mirando hacia una ampliación horizontal de estas relaciones.
El colonialismo utiliza ciertas palabras que debemos cambiar por un lenguaje apropiado para lo que queremos construir, como recursos hídricos por agua; territorio con un contenido de jurisdicción y propiedad, por territorio como construcción social; mecanismos de retribución de servicios económicos por derechos a la calidad de la vitalidad de los ecosistemas y sus funciones; economía circular frente a la reproducción material de las relaciones de producción; gobernanza por descentralización del ejercicio de gobierno; actividades basadas en la naturaleza por el concepto de construcción territorial; desarrollo sostenible por construcción social del bienestar, etc. El uso abusivo de estos términos reemplaza a una complejidad que es una construcción permanente y cotidiana de las relaciones de poder.
CUARTA EXPOSICIÓN
Antonio Ortega Santos
Universidad de Granada, España
La experiencia de trabajo en la gestión del agua en comunidades ubicadas en espacios semidesérticos de alta montaña –que he vivido con amenazas–, muestra la descomunalización y ruptura de las formas de vida y de las relaciones del hombre con la naturaleza que se ha producido en los últimos dos siglos, desligando a los grupos humanos del espacio y de la vida. Ha existido una objetivación de las comunidades naturales mediante leyes del Estado, agrarias, forestales. En ese sentido, el territorio se ha capitalizado, mercantilizando los bienes comunes mundiales –tierra y agua, sobre todo–, que han sido apropiados por los mercados.
El agua debería ser un bien común mundial. Sin embargo, se ha convertido en una mercancía con un valor, como un input de los sistemas agrícolas extensivos del mercado capitalista global, con una capacidad de despojo, exclusión y acumulación, al punto que ha entrado como un bien capitalista a negociarse en los mercados de futuro.
En la península española existe una colonialidad de los saberes, proceso que ha traído como resultado una apropiación colonial basada en un conocimiento híbrido en la gestión del agua.
La península de Baja California, por su aislamiento y aridez, ha planteado retos extraordinarios a su población de grupos seminómadas. Sus más de 180 oasis, con ojos de agua de hasta 2 m x 5 m, han permitido el florecimiento de la vida en esta inhóspita región. Con la llegada de los jesuitas, el agua fue usada para construir misiones huerta utilizando germoplasma traído de Europa, en zonas de cultivo con vocación volcada a una agricultura de matriz eurocéntrica. Catorce oasis se mantienen por los mantos freáticos, pero en el pasado tuvieron manantiales superficiales y permanentes, con puntos de salida emergentes, que desaparecieron por su sobreexplotación. La importancia de los oasis declinó en el siglo XX cayendo en desuso; no obstante, aún son microrregiones con gran potencial para el desarrollo sustentable, constituyendo refugios histórico-culturales donde subsiste la identidad subcaliforniana. Culturalmente se vincula a esta región con Europa, África y Medio Oriente.
Hubo una apropiación colonial en las misiones huertas de los jesuitas, deviniendo en una europeización de los ecosistemas con mecanismos de adaptación e hibridación del conocimiento hidráulico de los colonizadores y los pueblos originarios. Existe una pérdida de saberes de la memoria biocultural y una apropiación de los saberes eurocéntricos para desarrollar una agricultura extensiva ranchera orientada al mercado en la península española, sobre la base de la desaparición de los pueblos originarios para traer nuevos pobladores europeos y hacer un uso integral del secano y el regadío. Se produjo la imposición de un nuevo modelo con la captación del agua, ya no para el desarrollo agrícola sino basado en el crecimiento exponencial del sector terciario (gran turismo de masas), lo que ha llevado a una inexistente capacidad de recarga del acuífero y a que el abastecimiento urbano de agua esté basado en desaladoras. Así, ahora los oasis están en práctico abandono, en situación relictual, y con una gran población mayor de sesenta años.
El agua debe ser percibida como un territorio de vida, protegido de la amenaza de mineras que saquean la tierra, el agua y los recursos, y generan conflictos e impactos a gran escala en el territorio del sur europeo. Hubo usurpación de la comunalidad de los sistemas de regadío tradicional de origen musulmán, y se han recuperado acequias que se consideraban perdidas y construido otras de careo y recarga de acuíferos de alta montaña. En este espacio se trabaja en la recuperación de acequias, las cuales servían para recargar acuíferos. Este proceso ha sido afectado por el turismo, esta vez de esquí, el cual es un factor detractor y transgresor de la política de agua comunal.
Otras amenazas al Sur global, del cual es parte el sur de Europa, son el extractivismo, la minería y la minería submarina, la pérdida de identidad biorregional, la colonialidad del mercado y la mercantilización de la naturaleza. Más allá de los procesos globales, es un proceso específico en curso, al cual hay que anteponer el reforzamiento de la institucionalidad comunitaria y de los sistemas de construcción y manejo del agua.
Debemos recuperar la idea de resistencia como recuperación; el trabajo colectivo de la minga y el diálogo; la identidad comunitaria y de acequia; y la difusión de estos valores en los más jóvenes, porque el agua y la tierra son vida.
SEGUNDO BLOQUE
PREGUNTAS DE LOS PARTICIPANTES
Yovana Mamani
Teófilo Zamalloa: ¿Hay cuestionamiento a la migración en busca de empleo y servicios por atomización de tierras?
Perú y Latinoamérica son pluriculturales y cada cultura tiene una forma de vivir; todas estas culturas van renovándose y son dialécticas. En este contexto existen asimetrías de conocimiento. La información que viene de una universidad reconocida no es cuestionada, sin embargo, el conocimiento generado en los pueblos indígenas y originarios, el campesinado, no es igualmente válido. Ahí surge la idea utópica que en la ciudad se puede vivir bien, lo cual es una mirada distinta a vivir mejor. Otro punto importante está referido a la información de parte, que muchas veces no es validada y es manipulada por intereses privados. El Estado es cómplice frente a la migración de los jóvenes, producto de las concesiones en sus territorios. En el marco de este contexto es importante recuperar las identidades y los saberes locales tradicionales.
Andrés Alencastre
Frida Callañaupa: El Capac Ñan es un sistema vial que articuló económica y administrativamente el Tahuantinsuyo y ahora es visto como un monumento arqueológico, mas no como una red viva. ¿Cómo podemos vigorizar ese concepto?
El Capac Ñan es un proyecto internacional pasa por cinco estados de América. Los Andes han sido la columna vertebral y elemento articulador del Estado y de la perpendicularidad, la diversidad y la heterogeneidad, donde lo central no eran los destinos sino el tránsito de lo que se encontraba en los caminos. El Capac Ñan fue una manera de entender las necesidades y la presencia del buen gobierno, y la decisión de compartir los bienestares de las sociedades ubicadas en las distintas altitudes y latitudes.
El Capac Ñan no solo es una infraestructura física, sino una filosofía y una forma de ver las relaciones sociales y de intercambio de antaño. En un país con una gran diversidad cultural y biológica, el diseño del aparato de Estado estaba hecho para que conversen las sociedades.
El tincu es el encuentro de dos seres para dar vida a un tercero, que ya no es el mismo, como el río, el matrimonio, el mercado; es la reproducción permanente de riquezas y debe estar presente en la construcción de las capacidades de gestión de las diez mil comunidades del Perú, respetando su multiculturalidad.
Francisco Peña
Félix Vale: ¿Cómo dialoga la filosofía de vida con el cambio climático?
Se puede dialogar de dos formas, en un sentido crítico. En la primera se habla de una colonialidad epistémica, cognitiva y conceptual, de tal manera que se ve un problema que no es como nos lo mencionan y se convierte en una agenda de las comunidades y de nuestros países.
La segunda crítica es que fundamentalmente desarticula procesos articulados y deshistoriza procesos históricos. Esto último está alineado al tema de si existe cooperación internacional para el cambio climático y alude al comportamiento del clima en un determinado periodo histórico. Es mejor tener la posibilidad de una crítica epistémica, reconociendo que hay signos de verdad y que es posible plantear el diálogo, basado en el conocimiento científico, y que no se ven problemas por un tema de escalas y formas.
Antonio Ortega
Félix Vale: ¿Es posible retomar el modelo de vida inca, reducir las asimetrías en las sociedades y encontrar el buen vivir?
Los saberes de la universidad de matriz eurocéntrica son herramientas de la modernidad capitalista y contiene conocimientos universales. No debe existir conocimientos validados; al contrario, se debe recoger los saberes de varios siglos e igualarlos, sin necesidad de que la academia los valide.
Desde la ecología de saberes, los pluriversos y la sistematización del conocimiento son equivalentes, con saberes multidimensionales, multisectoriales, multiespaciales y bioculturales; no existe saber y conocimiento superior, los saberes son todos dialogantes. Debemos desantropizar, desjerarquizar y despatriarcalizar el proceso de construcción del conocimiento y el manejo del saber, por ejemplo, contra el despojo del extractivismo y sus secuelas.
El cambio climático tiene una matriz antropogénica y no solo agroindustrial, y el agua se está vaciando para abastecer usos turísticos, recreativos y de otras formas. Por ello, la palabra desarrollo ha devenido en incompatible con la vida.
REFLEXIONES FINALES
MODERADOR
Gerardo Damonte
Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP)
Existe un conjunto de procesos de colonialidad y colonización que no están circunscritos a ciertos espacios históricos sino que están ligados a continuidades y rupturas. Asimismo, hay formas coloniales que provienen de procesos de ocupación territorial y otras que vienen de procesos de ocupación mental y de desarrollo, ya sean espaciales o conceptuales. En ese marco, se tiene un modelo global colonial que se busca imponer, en el que amenazas como el extractivismo, los transgénicos y las industrias extractivas son inherentes al modelo y parte de éste.
También son dominaciones territoriales de ocupación y de saberes, y una de las cuales –menos visible pero enorme– es la dominación del mercado, que se reproduce a través del consumo, las formas de vida, y de mirar el espacio y el agua. Se debe buscar modos de deconstruir este modelo. La deconstrucción de este modelo debe ser no solo a partir de saberes localizados sino de tener una visión universal, pues el propio cambio climático es territorializado pero con un nexo global que hace que el modelo mismo se retroalimente de una visión local, sin dejar de mirar los otros distintos niveles.
Tener una visión crítica es una condición necesaria para el desarrollo del debate. En el Seminario Internacional del Agua, Biodiversidad y Cambio Climático se cuenta con la participación virtual de decenas de personas, representantes de organizaciones sociales, academia, sectores del gobierno, líderes y lideresas regionales, así como público en general de las diversas regiones y de ciudadanos de otros países.